Grupo-comunidad
(+).
Incluye entre sus objetivos la realización personal. Acepta a todas
las personas, cada cual con sus debilidades y sus fortalezas.
Promueve relaciones interpersonales profundas. Despierta actitudes de
confianza, respeto, aceptación, sintonía afectiva, etc., en las que
basa su identidad y cultura grupal.
Hablar
de estructura implica hablar de partes, de un todo y de conexiones
entre las partes. Llamamos campo
grupal1
a esa totalidad en la que se desenvuelve un grupo y que se expresa,
al menos, en tres niveles diferentes de realidad:
-
La realidad consensuada. Es la estructura externa y visible de todo grupo. Es la identidad primaria del grupo, aquella en la que el grupo se reconoce a sí mismo y que muestra al mundo. Tiene una parte formal2, con que el grupo se dota para regularse a sí mismo y visible en el espacio en el que grupo opera, en la manera en que se distribuyen y funcionan. Y tiene una parte informal3, que se manifiesta en el día a día, en el ambiente de trabajo que se crea, en los valores y actitudes que acompañan las conductas admisibles, así como en opiniones y contenidos. Lo que ocurre en este nivel forma parte del Proceso Primario del grupo.
-
El mundo de los sueños. Se trata de una realidad subyacente a la anterior, poblada de sentimientos y emociones, temores o expectativas y en la que actúan fuerzas de atracción y repulsión que caracteriza todo campo dinámico. El grupo, como tal, no es consciente de muchos de los elementos presentes en esta realidad secundaria, ni tampoco es consciente de la presión que ejerce para mantener reprimidos o negados algunos de ellos. En este nivel se da el Proceso Secundario del grupo.
-
Esencia. Se trata de un nivel de experiencia no verbal, no dualista. En la esencia percibimos una base común que todos los seres comparten, una experiencia no dual de ser uno con lo que se manifiesta. Se trata de un nivel previo a toda polarización, a todo despliegue de la singularidad del campo. Ahí es donde se enmarca el reconocimiento de la diferencia. Donde se emplaza la empatía.
Conexión
entre los niveles interno y externo del proceso grupal
Todos
marginamos (ponemos al margen, reprimimos) ciertas experiencias y
sentimientos en nuestro interior y en consecuencia, marginamos a las
personas que los representan en un momento determinado. No podríamos
funcionar en el mundo de la realidad consensuada si no margináramos
parte de nuestras experiencias.
En
un proceso de grupo aparecen las polaridades. Desde el momento en que
hay 2 o más puntos de vista, el campo se polariza. Es muy
importante, pues en la polarización se encuentra el despertar hacia
la diversidad. Se visualiza la diferencia.
Cuando
esta diferencia se pretende concretar y avanzar, es cuando pueden
aparecer las posiciones de poder y de rango; en consecuencia la
opresión y la desigualdad. Dentro de todo grupo, sean de 2 personas
o más, existe un opresor interno (la opresión internalizada). Las
actitudes opresivas del grupo B existen también dentro del grupo A y
la experiencia de haber sido marginado y lastimado también está de
alguna manera en el grupo B. Es importante reconocer esta diversidad
interna. Ver al otro en el interior de uno mismo reduce la
polarización y lleva el proceso a un nivel más profundo.
Todo
lo anterior está en uno mismo, en tú Gran Yo. Ahí está tu Pequeño
Yo, el élder, el rol fantasma y tu oponente. ¿Quiénes son todos
estos personajes?
-
El Pequeño Yo es tu identidad inmediata, tus sentimientos, la parte que representas.
-
El Gran Yo es el conjunto de todas las partes, incluyendo la atmósfera que las produce.
-
Los Fantasmas o sombras son las partes negadas por tu pequeño yo, partes que puedes sentir pero que no asumes, misterios escondidos y marginados en lo más profundo de ti.
-
El Oponente es quien te muestra que lo que niegas también forma parte de ti.
-
El Élder es la persona que facilita las interacciones, aceptando cada parte como si fuera uno de sus hij@s.
Señales.
Los
mensajes que transmitimos intencionadamente son “señales
primarias”, los que transmitimos sin ser conscientes de ello son
“dobles señales”. Si
aparentamos estar contentos
cuando estamos tristes, enviamos dobles señales. El mensaje
intencionado puede ser una sonrisa o risa vaga, la doble señal puede
ser bajar la cabeza o hablar en voz baja. Las señales dobles
describen procesos secundarios, transmiten los sentimientos más
profundos de una persona, sus sombras, sus experiencias espirituales
y su sentido inconsciente del poder y del rango.
Sería el Lenguaje
emocional.
-
Identificar élderes, resoluciones temporales, cambios en la atmósfera
La
facilitación es un rol en el grupo. A veces lo representa la persona
designada para ello, pero lo normal puede ser cualquier persona capaz
de traer consciencia al grupo sobre lo que está sucediendo en un
momento dado (élder). Debemos apoyar
al élder cuando aparece,
principalmente dejándolo ser. No interrumpas, no quieras usurpar un
papel que en ese momento no te corresponde.
En
un momento del proceso grupal la atmósfera puede cambiar
de repente,
indicando que tal vez algo ha llegado a su fin, al menos por el
momento. Puede ser que los roles se hayan expresado completamente y
agotado, puede ser que se hayan superado algunas barreras, puede ser
que todo el mundo adquiera conciencia de que por el momento no se
puede ir más lejos.
Es
el momento de cambiar. Si se ha conseguido resolver algo, se puede
aprovechar la oportunidad para celebrar
con el grupo la nueva situación.
Procesos
grupales y democracia profunda
Hemos
llegado a ser conscientes de la cooperación y la igualdad, pero por
otra parte desconocemos o no tenemos práctica a la hora de
organizarnos de una manera más horizontal y equitativa, en la que
todas las personas se sientan incluidas, representadas, escuchadas,
partícipes. Resulta fácil criticar al jefe y al poderoso por los
abusos que comete, pero ¿a quién criticar cuando las cosas van mal
en los grupos de los que somos parte? si ya no hay jefes y se nos
dice una y otra vez que todos somos iguales y que por tanto somos
corresponsables de lo que sucede.
La
democracia formal tiene la virtud, al menos sobre el papel, de
defender los derechos individuales. Legislar para evitar formalmente
la discriminación de determinados colectivos sociales es necesario,
pero la realidad no cambia porque en un papel estén reconocidos los
derechos de las mujeres, de los homosexuales o de los inmigrantes. Lo
cierto es que cada uno de nosotros se siente muy apegado a su Yo, a
su identidad individual, en muchos casos duramente construida, y
acepta mal la diferencia, la presencia de un Otro que cuestiona esa
identidad. En ausencia de estructuras externas de control, la
principal dificultad que se encuentran las personas para sacar
adelante proyectos colectivos es el choque de egos, las luchas de
poder, el conflicto entre intereses personales, cuando no son
simplemente abusos de poder de los que muchas veces las personas que
los cometen ni siquiera son conscientes.
Y
es que, más allá del poder formalmente reconocido, resulta difícil
ser consciente del poder que una persona tiene y de qué manera un
uso inconsciente de ese poder produce daño en otras personas.
Resulta útil introducir un concepto nuevo para designar el poder que
tenemos según la posición que ocupamos en un determinado grupo, en
relación a contar o no con una cualidad apreciada por el grupo.
En
el
Trabajo
de Procesos4
se
llama
“rango”
a
ese poder.
El
abuso no consiste, por supuesto, en ser lo que uno es, nadie tiene la
culpa de ser blanco, hombre o heterosexual, ni siquiera de haber
nacido rico. El abuso se produce cuando una
persona que carece de dichos privilegios se queja de su situación y,
en lugar de atender dicha queja y buscar maneras de satisfacer por
igual nuestras necesidades, las personas con mayor rango
rechazan la queja, defienden su posición y, muchas veces, incluso
contraatacan denigrando o castigando a quienes han osado quejarse5.
Es necesario decir que las minorías también cuentan en algunos
casos con mucho poder. Algunos de sus miembros, además de contar con
cierto rango
social, tienen un importante rango
“psicológico”, es decir han desarrollado una gran capacidad para
superar las adversidades, aumentar la confianza en sí mismas e
irradiar un sentimiento de seguridad entre quienes las rodean. Este
Rango
nunca debe suponer estar por encima de los demás.
Este
simple proceso grupal, se halla en la base de la mayoría de los
conflictos que se dan en todos los grupos humanos, desde la familia
hasta los conflictos entre países, pasando por pequeñas comunidades
locales y organizaciones de todo tipo. Una de las razones de su éxito
consiste en que ambas partes se sienten y se presentan como víctimas
de la situación, echando las culpas al otr@. Para la mayoría
resulta sin duda más fácil quejarse de la violencia de la minoría
que afrontar el hecho de tener que compartir sus privilegios. Y
dentro de la minoría, muchos de sus líderes lo aprovechan para
atrincherarse en su posición de líder comprometido con la causa y
seguir defendiendo sus propios privilegios. La democracia formal
puede hacer muy poco por evitarlo, porque la democracia es el
gobierno de la mayoría y es precisamente el juego de mayorías y
minorías quien lo sustenta. No hay que olvidar que, aunque la
democracia se basa en el principio de “una persona, un voto”, el
grupo con poder tiende a presentar su posición como la natural,
descalificando las posiciones de la minoría hasta el punto de que
muchas personas de este grupo no se atreven a asumir ni públicamente
ni a veces internamente su posición, marginándola dentro de sí con
el fin de llevar una vida sin sobresaltos. Esto convierte al grupo
con poder en mayoría, aunque en cantidad sea un grupo menor que
otros grupos sociales. La
verdadera Democracia es la convivencia y el reconocimiento de todas
las minorías.
Una
estructura opresiva como la descrita anteriormente surge
inmediatamente en cualquier grupo que, aceptando los principios de la
democracia formal, decide organizarse de manera igualitaria. En todos
los grupos hay personas
o subgrupos con más rango
que otras que, en muchos casos sin ser conscientes de ello, van a
utilizar su poder para disfrutar y proteger ciertos privilegios y lo
van a hacer dentro de un respeto absoluto por los principios
democráticos formales. Ante las decisiones que surjan de ahí no
cabe ninguna queja porque todos han podido participar por igual en
ellas, todo ha sido impecablemente democrático. La realidad
demuestra, sin embargo, que no es tan fácil, que la democracia
formal no nos previene de conflictos largos y dolorosos, ante los que
nos sentimos completamente impotentes. Si queremos evitarlos, debemos
profundizar en la democracia, crear espacios de participación en los
que se puedan expresar todas las voces, especialmente las más
débiles, en los que podamos hablar sin temor de nuestros
sentimientos, incluso mostrar nuestros miedos, nuestra confusión y
en los que no se busca imponer nada a nadie, sino aumentar nuestra
conciencia individual y colectiva.
En
esto consiste la democracia profunda6,
una aportación a la democracia que, no sólo aspira a ser más
inclusiva en el sentido de acercar a más personas a la toma de
decisiones, sino a ser más inclusiva en el sentido de traer a la luz
nuestras partes más marginadas. Para poder funcionar de una manera
verdaderamente democrática en los grupos de los que somos parte —
familia, trabajo, comunidad local, comunidades de intereses...—
necesitamos al menos dos cosas:
-
Hacer trabajo interior, es decir aprender a ver al otro —diferente, diverso— como nuestro maestro y no como nuestro enemigo
-
Buscar las raíces de nuestros miedos en nuestra propia historia vital, en aquellas partes marginadas y escondidas en nuestro subconsciente.
1
Arnold Mindell
2
Una estructura externa o conjunto de sistemas
visibles
desarrollados por el grupo para su mejor funcionamiento:
organización del trabajo, toma de decisiones, planificación a
corto y largo plazo, resolver conflictos, etc. De Ken Wilber
3
Una estructura interna
o
cultura
del
grupo,
formada por elementos como representaciones sociales y estereotipos,
creencias, opiniones, valores, normas, actitudes, cualidades,
conductas ejemplares, que sirven como referencias permanentes y en
muchos casos inconscientes, para la percepción y análisis de lo
que pasa dentro y fuera del grupo y orientan los comportamientos
particulares. De
Ken Wilber
4
El Trabajo de Procesos es una teoría y una técnica para trabajar
los procesos grupales, especialmente los conflictos, desarrollada
por Arnold Mindell. Más en información en www.processwork.org
5
Que una mujer acepte como un rasgo cultural llevar la cara tapada no
es opresión, ni alienación, pues su aceptación puede ser
consciente y meditada. El problema surge cuando otras mujeres, de
una manera igualmente consciente, no quieren llevar la cara tapada y
en su queja sólo encuentran la fuerza represiva de la mayoría
dominante, incluida la incomprensión y castigo por parte de otras
mujeres.
6
El concepto de Democracia Profunda ha sido introducido por Arnold
Mindell (2002)