El
panorama de inicios de siglo XXI ofrece un sin número de paradojas:
gran avance tecnológico junto a millones de seres humanos viviendo
en la miseria; sociedades que han alcanzado altos niveles de
prosperidad con patologías sociales como la violencia o las
adicciones; desempleo crónico, destrucción ambiental y entropía
social en forma de pobreza, violencia y sufrimiento humano, etc. El
calentamiento global es la manifestación más visible de la entropía
creada por el predominio del materialismo en la cultura. La amenaza
es inminente. ¿Será posible que la humanidad, habiendo alcanzado
tan altos grados de conocimiento, pueda estar ante el peligro real de
desaparecer, sólo porque el ser humano no ha logrado conocerse aún
a sí mismo y actuar desde esa inteligencia? Luego de haber intentado
con diversas ideologías y modelos económicos, e incluso contando
con la mayor revolución tecnológica de todos los tiempos, sólo la
ínfima minoría posee condiciones de vida favorables. La crisis
actual es la consecuencia del materialismo “productivista” tanto
de la izquierda como de la derecha.
El
industrialismo trajo consigo al capitalismo. Como respuesta, la
crítica marxista se basa en el cientificismo creado por la gran
revolución científica del siglo XVII con Newton, Descartes,
Leibniz, Bacon, Locke y muchos otros científicos y pensadores. A
partir de aquí, las premisas de la transformación social propuesta
partieron de la misma idea que llevó a varias generaciones de
filósofos a creer que así como podía dominarse la naturaleza y
ponerla al servicio del ser humano, también era posible controlar la
sociedad y determinar la historia. Bajo esta convicción, se desplegó
un conjunto de disciplinas con pretensiones científicas como la
economía, la política, la sociología e incluso la historia. Hoy
los hechos nos hacen ver que la naturaleza, ha dejado dominarse y da
la impresión que aun la tecnología más elevada pierde la batalla
frente a las consecuencias ambientales de nuestra brutal expoliación
de los recursos naturales.
Frente
a esto, descubrimientos más recientes de la ciencia, como la segunda
ley de la termodinámica, la relatividad, la física cuántica y la
mecánica ondulatoria, han empezado a mostrar que la realidad es
distinta al mundo de partículas separadas, a la realidad fuertemente
objetiva de la física clásica. Se mostró un mundo totalmente
unificado donde todas las partes interactúan y como cada ser humano
está conectado con todos y con todo.
La
realidad es una especie de fluido cuántico totalmente unido; no hay
partes separadas. Las contradicciones lucen complementarias, el
principio de la no-localidad nos revela la existencia de ámbitos
donde desaparecen las distancias que nos muestra aparentemente el
mundo que vemos.
El
fracaso del materialismo y el nuevo paradigma
Estos
descubrimientos han posibilitado una cosmovisión diferente al
materialismo y que plantea serios interrogantes a la llamada ciencia
económica, a las ideologías políticas, la sociología y a las
interpretaciones de la historia, cuyas bases se definieron a partir
de la cosmovisión mecanicista, haciendo énfasis en el
individualismo, la separación y la competencia.
La
nueva ciencia cuántica, ecológica y relativista parte de otras
premisas, y proyecta verdades sobre las cuales construir nuevas
interpretaciones del fenómeno social. A partir de un mundo en el
cual se puede convertir la no-materia en materia, el
tiempo en espacio, la masa en energía y el pensamiento en moléculas,
no es difícil comprender cómo aprendizaje, armonía social,
belleza, valores, creencias y cultura pueden transformarse en
bienestar material y, por supuesto, espiritual. Con estas nociones es
posible pensar en un modelo social más armónico, basado en una
libertad auténtica, como base del camino del Cooperativismo
Cuántico, que no pretende ser un nuevo planteamiento o programa
ideológico, aunque aspira a dar respuesta a muchas preguntas.
Los
sistemas sociales y políticos más avanzados no son sólo el
producto de revoluciones ni decretos, sino, principalmente, el
resultado de la evolución de la mente y el espíritu. De igual
forma, el cambio y la transformación no vendrán como consecuencia
de programas ni doctrinas determinadas teleológicamente, sin que
antes estos se habrán dado en la mente, o mejor dicho, en la
conciencia colectiva. La forma de lograr el ascenso hacia un espacio
social superior, regido por valores como Equidad, Empatía,
Empoderamiento y Cooperación en libertad, habrá de
venir mediante un cambio en las personas, dando paso así a un ser
humano nuevo. La transformación social se conseguirá, gracias a un
cambio de adentro hacia fuera; no necesariamente impuesto por
leyes, decretos o revoluciones, pues las puertas del cambio sólo se
abren por dentro, desde la transformación del individuo mismo. Ser
Cooperativista, significa vivir y actuar de acuerdo con esos
valores.
Hacia
el post economicismo: La EcoSimía o mejor EcosiNuestra
La
ideología que ha servido de base al sistema actual está herida de
muerte. El fundamentalismo de mercado, las políticas neoliberales,
pretenden universalizar la versión actual del sistema capitalista,
siguiendo el Consenso de Washington, enmascarado detrás de la
eliminación de la voluntad política del proceso económico, se
pretende sustituir a las instituciones de la democracia, a los
Estados nacionales y a los dirigentes políticos por otros no menos
políticos, que buscan el poder a través de los mercados y ya no
tras las decisiones soberanas de los pueblos.
El
economicismo dominante presume de la racionalidad del hecho
económico, la teoría de que los mercados tienden al equilibrio y la
creencia de que dedicar la vida a generar ganancias es lo racional,
lo natural. Pero estas premisas son falsas. La implantación de ideas
materialistas nunca llegarán a producir el equilibrio en las
personas ni en las naciones, pues la conducta de los seres humanos
depende de una complejísima gama de factores subjetivos no
predecibles ni sujetos al determinismo materialista. Las aspiraciones
humanas trascienden los marcos económicos. Pretender someter los
fenómenos económicos a una serie de ecuaciones simples, deja fuera
una inmensa cantidad de variables que interactúan permanentemente en
la danza infinita que va entrelazando la realidad. Lo económico es
solamente una parte de la cultura y no puede hacer opaco vastas áreas
del espíritu y de la actuación humana que no aparecen en los
ámbitos definidos por las pretensiones economicistas.
El
hecho de que Carlos Marx hubiera hablado abiertamente de su filosofía
materialista no exime a sus opositores de derecha de haber hecho lo
mismo, pues todo el paradigma de la modernidad está dominado por
esta filosofía y ni siquiera, las pretensiones post-modernistas de
algunas innovaciones económicas han logrado superar en la actualidad
ese anclaje. La crisis del mundo, comenzando el siglo XXI, es el
colapso del materialismo como filosofía básica.
La
palabra progreso no significa lo mismo para un hindú, un indígena
guatemalteco o un esquimal de Alaska, que para un alemán o un
inglés. Los habitantes de los países occidentales de mayores
ingresos no terminan de entender cómo es que no surge en otras
culturas una motivación, semejante a la suya, de acumular riqueza y
hacer de la vida un recorrido de mejora material. De esta sorpresa e
incomprensión salieron de Europa numerosas teorías racistas y las
justificaciones para el imperialismo. La esclavización de africanos
y la matanza de indígenas en América, entre los grandes holocaustos
de la historia, se explica como la imposición de una cosmovisión a
estos pueblos, junto al propósito de apropiarse de sus riquezas y
dar así cumplimiento a otro destino manifiesto de la cultura
occidental: progresar, enriquecerse, dominar el medio natural, etc.
El
progreso sólo puede ser fruto del crecimiento humano, visto como una
experiencia mental y espiritual. A su vez la sensación de bienestar
tanto material como psicológico es producto de haber puesto en
marcha un proceso de cambio interior, de elevación espiritual. Todo
lo demás, incluyendo el cambio tecnológico, ideológico,
institucional y económico, no tendrá efectos perecederos en la
historia si se llevan a cabo prescindiendo de la dimensión
espiritual. Las verdaderas revoluciones se han gestado en el corazón
y la mente de los pueblos antes que en las calles.
Cuando
comprendamos que en realidad el protagonista debe ser el pueblo, uno
mismo como individuo, no las superestructuras políticas, empezará a
ponerse de pie y reemprender la marcha. La sensación de que el rumbo
de un país o de la humanidad como un todo está determinado por la
suma de las conciencias individuales, permite sentir un grado de
responsabilidad y se constituye en una esperanza y una motivación
mayor. Todos podemos contribuir a crear el nuevo espacio. Sólo hasta
cuando se reconozcan las limitaciones de las ideologías y los
modelos y nos demos cuenta de la capacidad de transformación
existente en el corazón de cada ser humano, entonces nacerá la
nueva política en el seno de una democracia más profunda y más
radical, como base incuestionable de toda aspiración de
transformación basada en la cooperación. Cuando nos demos cuenta de
que nuestra individualidad está tejida en un continuo de vida, en
donde cada uno constituye una fibra de esa red, en ese instante se
pierde nuestra habilidad para actuar de manera dañina para los
demás, para la naturaleza y para nosotros mismos. Entonces podremos
ver, en un horizonte más amplio, la posibilidad de alcanzar un
espacio socialmente superior. Sólo ahí podrá renacer la esperanza
y recobrará sentido la lucha política.
El
espacio implicado social
La
noción del espacio implicado social, planteada a partir de la obra
de David Bohm, permite ubicar una de las bases constitutivas de esta
propuesta, la cual diverge de la mayor parte del trabajo de los
políticos y sus partidos, centrado en trabajar en el espacio
explicado de una realidad social formada por los sistemas
políticos, los modelos económicos, las instituciones, las leyes y
las ideologías en general. Pero la tesis básica del Cooperativismo
Cuántico consiste en mostrar precisamente cómo los hechos, los
fenómenos sociales y la historia son manifestaciones de un espacio
implicado, el crisol donde los valores, las creencias, las ideas,
las tradiciones y otros factores semejantes, se funden para
manifestarse luego en los factores que marcan el rumbo histórico. De
ahí nuestra insistencia en la necesidad de entender el cambio y la
transformación de las sociedades humanas más como producto de la
dinámicas y procesos dentro de este espacio que como resultado de
las decisiones racionales dirigidas a incidir sobre los problemas.
Con frecuencia ocurre que la pretensión de crear espacio, sin tomar
en cuenta las raíces espirituales de una sociedad, termina creando
más desorden.
La
humanidad ha dado varios saltos cuánticos: la aparición del
lenguaje, la invención de la escritura, la revolución científica
de la era moderna en el mundo occidental, etc.; y ahora está a las
puertas de otro cambio, basado en la trascendencia consciente de su
propia mente. Al ser así las cosas, el propio espacio natural
conduce a contemplar la realidad humana de una manera diferente al
paradigma mecanicista, presente en casi todas las manifestaciones de
la cultura occidental actual. El bienestar no puede ser decretado,
solo puede ser constatado. Y
así como el continuo espacio-tiempo se curva en presencia de grandes
masas, conceptos como progreso, desarrollo y crecimiento, se doblegan
ante la cultura de los pueblos. El avance duradero habrá de venir
como efecto de la evolución de la conciencia, como saltos de
paradigma que solo pueden gestarse en lo más profundo de la
conciencia de los pueblos. Buscamos habitantes Equitativos,
Empáticos, Empoderados, Colaboradores y libres.
Ningún
sistema social avanzado puede imponerse si ha sido estructurado
conforme a un modelo extraño a la mentalidad colectiva. Asimismo,
transformar el Estado y esperar de tal acción un cambio en la
sociedad, sólo será viable cuando las creencias, los valores, las
actitudes, las destrezas y demás valores estén bien asentadas, pues
cada sociedad reproduce su espacio implicado en los sistemas de
organización social. Los hábitos y la convivencia, junto con el
pensamiento decanta la realidad.
Los
cambios en el espíritu, las ideas y las creencias de las personas,
en otras palabras, en el espacio implicado social, deben anteceder a
todo cambio en los sistemas. Por eso el principal campo de actuación
es en la mentalidad colectiva. Solo una verdadera transformación en
el aprendizaje, más centrada en el conocimiento mental, emocional y
espiritual que en la ampliación de las normas, las leyes y la
imposición, sentará las bases para conseguir un espacio social más
avanzado. Este se logrará cuando el lema de sus precursores sea dar
autonomía, usar Recursos Renovables y Saludables que no
generen dependencias, la búsqueda del Bien Común. El
resultado será duradero en la medida en que la Equidad derrote al
egoísmo.
Una
escala de valores bien cimentada en principios tan fundamentales como
la vida, la libertad, la búsqueda de la felicidad a través de la
Equidad, la Cooperación y la Empatía viene a
ser algo así como la “Mano Invisible” del Cooperativismo
Cuántico. Ahí está el campo de acción: la construcción de
una nueva ética social.
Una
de las claves del Cooperativismo Cuántico, que es contrario a
las ideas convencionales, radica en la concepción de una
colaboración de individuos libres que al ejercitar su libertad
interpreten una danza colectiva y armoniosa, nacida de la expresión
de la conciencia y no de mercados manipulados ni de la imposición
estatal. El principio de complementariedad, uno de los pilares de la
física cuántica, acude a nuestro auxilio y nos permite pensar que
esta danza de individuos libres puede describirse con elementos
supuestamente contradictorios, como sería hablar de individualidad,
o individualismo colaborador. Lo que resulta una contradicción
dentro del materialismo mecanicista, se convierte en una
complementariedad en el paradigma cuántico. Como nos revela el hecho
comprobado de que la luz se manifiesta tanto en forma de partículas
(fotones), como ondas.
Dentro
de un nivel mental más elevado, el estado natural se caracterizará
por la armonía, la paz y la cooperación. Esta última es de la
mayor importancia, pues solo a través de ella se puede disfrutar de
la abundancia; sólo cuando se comparte por amor, desaparece el miedo
a perder algo. Abundancia sin cooperación no puede producir
felicidad. Una vez más, valores espirituales como el amor, la
verdad, la equidad, pueden lograr la plenitud y la felicidad. Sólo
puede considerarse próspera aquella sociedad que goce a la vez de
abundancia material y disfrute espiritual.
El
camino de la cooperación y el altruismo es el único capaz de
deparar verdadera felicidad, más no el placer como señal inmediata
de la felicidad. Por consiguiente, la verdadera vía para la
felicidad es Empatía. La Empatía está en la base de la escala de
valores del Cooperativismo Cuántico, y junto a la libertad y la paz
constituye la base ética de un nuevo espacio social. Con amor, paz y
libertad en el corazón de una sociedad, todo lo demás, incluyendo
la organización de la democracia y un sistema económico justo y
armonioso, vendrá como una consecuencia inexorable.
El
camino al Cooperativismo Cuántico se construye con la acción de
seres humanos totalmente orientados a colaborar con los demás. La
Empatía, la Armonía, la Colaboración y la
Libertad son la antesala inmediata de la felicidad auténtica.
El
camino del Cooperativismo Cuántico parte del principio de la
interrelación presente en todo cuanto existe, para mostrar luego
cómo “mi” beneficio sólo puede darse en tanto coincida con el
de los demás e implique el equilibrio ambiental. Todo está unido,
todo está interconectado e interrelacionado. No es posible, por lo
tanto, labrar bienestar individual en perjuicio de los demás ni a
expensas de la naturaleza. La separación mecanicista que condujo al
individualismo egoísta y a la pretensión de dominar la naturaleza
se topa ahora con otra realidad. Los problemas de hoy son el
resultado de forzar una organización social y una forma de
producción abiertamente antagónicas de las leyes naturales.
El
nuevo paradigma representa algo distinto, no simplemente algo más.
Cada sociedad, de acuerdo al paradigma mental donde se encuentre
podrá orientarse a través del camino del Cooperativismo
Cuántico, que no es un programa único con actores
privilegiados. Cada forma de distribución de poder se ajusta al
paradigma mental correspondiente, y en todos los casos deberá pasar
por una auténtica simbiosis entre el individuo y la sociedad. De
igual manera, la forma política que tome dependerá de la cultura,
el avance técnico, el aprendizaje, los valores y las tradiciones.
Aun cuando existen valores universales, su expresión política no
podrá ser impuesta por ninguna potencia como la única posible.
Democracia
radical, Ecología Profunda y Transformación en el aprendizaje
El
camino del Cooperativismo Cuántico lleva a combatir toda
concentración de poder pública o privada. Distribuir el poder,
político, económico, burocrático o informativo es la ruta más
segura para alcanzar un espacio más justo. Ni el neoliberalismo ni
el estatismo son capaces de llevar a cabo una efectiva distribución
del poder, la única alternativa es una democracia participativa
radical.
La
democracia radical es la respuesta al desafío del capitalismo
global. El poder conquistado ante la nobleza, las oligarquías y la
iglesia a través de la democracia representativa como fruto de las
grandes revoluciones desde el siglo XVIII, se ha vuelto a concentrar.
Ciertamente,
hoy casi no hay monarcas y quedan pocos dictadores, pero las formas
de concentración de poder se hallan mimetizadas.
La
democracia radical constituye la faz de un nuevo concepto de
Cooperativismo, sin burocratismo, e implica la diseminación del
poder en los intersticios de la sociedad, inserto en el todo social,
y no acaparado por sujetos ontológicamente predeterminados, ni
nomenclaturas, ni jerarquías privadas. Esto describe el concepto de
Estado holográfico u holístico, no centrado en lo institucional,
sino el Estado visto como la sociedad organizada a través de
comunidades, instituciones abiertas, redes sociales de todos los
estratos, etc. Se trata de la evolución de la democracia
representativa a la holocracia. Esta idea habrá de tener como
efecto una sensación de libertad, de creatividad, como rasgos de
individuos “empoderados” (empowered), habilitados por una suerte
de trasformación personal, de un nivel más elevado de conciencia
Más que una bandera ideológica, el Cooperativismo es una categoría
ética. Por eso, lo más contrario al socialismo no es necesariamente
el capitalismo en su expresión económica, sino la quiebra de los
valores que han mantenido la unidad y la cohesión entre los seres
humanos. De todas formas, el capitalismo es la expresión más
próxima a esa declinación espiritual, que permite la destrucción
del tejido social a través de la obtención de la energía de cada
quien, en la forma de riqueza, poder, prestigio, libertad, tiempo y
seguridad, previamente arrebatados a los demás.
La
separación hecha por la cosmovisión materialista entre los seres
humanos y el medio natural también ha conducido a procesos
insostenibles de desarrollo. Debe surgir una nueva idea de Sustento,
no basada exclusivamente en cuestiones materiales. Eso habrá de
producir nuevas bases económicas. No puede haber superdesarrollo sin
generación alta de entropía, como ocurre actualmente. Una idea de
abundancia frugal, con la cual se busque la satisfacción de las
necesidades de todos, sin provocar los desperdicios ni los derroches
del actual capitalismo consumista, dará la posibilidad de alcanzar
el bienestar general, sin afectar el equilibrio natural. La Ecología
profunda deberá ser un concepto complementario a la máxima
distribución de poder. Se podrá hablar de crecimiento humano por
encima de crecimiento económico y la palabra riqueza perderá su
exclusividad materialista para buscar los estratos espirituales donde
se pueda lograr la felicidad.
Y
ciertamente, hace falta un nuevo ser humano. Pero este no vendrá de
imponer sistemas aunque se inspiren en valores elevados. Solo la
transformación de la mentalidad, el imperio de una nueva escala de
valores hará posible el salto hacia un espacio social superior. Por
ello, una transformación del aprendizaje, que abarque todos los
ámbitos del quehacer humano y no se confine únicamente en la
escuela, se encuentra en la base de la construcción del camino hacia
ese espacio.
Educar
no puede ser solamente crear destrezas para el sistema productivo y
tratar el cerebro humano como un disco duro en el que se inscriben
más conocimientos. Sin menospreciar la importancia de los factores
convencionales, es preciso comprender que el aprendizaje debe
pretender fundamentalmente el desarrollo de seres libres y amorosos.
Y esto pasa por el desarrollo de mayor capacidad mental, o mejor
dicho, de trascender la propia mente para avanzar sobre el camino de
la evolución de la conciencia. Aprender a encontrar la plenitud del
ser, la autorrealización y a ser conciente del tirano que se ha ido
encubando en nuestra propia mente a lo largo de la vida, para poder
desprendernos de esa dominación y descubrirnos en nuestra esencia
más pura. El camino del Cooperativismo cuántico, basado en
la percepción de la unidad holística de todo cuanto existe,
necesita nuevos ojos para ver los escenarios posibles y esto coloca
la revolución educativa como acción vital para ir acrecentando el
número de seres humanos capaces de impulsar el cambio.
La
crisis política de hoy es esencialmente una crisis espiritual y
ecológica, y no tendrá cura con los remedios que sólo atacan los
síntomas. La nueva escala de valores actuará en lo más profundo de
la conciencia, en el espacio implicado social, para generar las
fuerzas capaces de iluminar otros horizontes. Ahí arrancan las
condiciones básicas. Así se produce la argamasa con la cual se
puede construir un espacio social más feliz. La Cooperación,
la Colaboración, la Equidad, la Armonía y la
Empatía son los principios básicos, las condiciones
inexcusables en todas las realidades históricas o las premisas
culturales para mover el carro de la historia hacia un espacio social
más justo.
Quizás
la ecuación con que más se identifica el aporte de Albert Einstein,
-quien inspira la propuesta del Cooperativismo cuántico-
es E=mc2, la cual tiene un valor simbólico o emblemático con
respecto a la revolución científica que produjo. El Cooperativismo
es un estado del espíritu humano; nunca podrá lograrse por la vía
del materialismo; podrá florecer de cien maneras distintas, según
sea la realidad cultural e histórica de cada sociedad, mas siempre
habrá de ser el producto de una relación entre la democracia y
Empoderamiento
1basado
en el artículo de Rolando Araya Monge
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