jueves, 9 de abril de 2015

Hacia el Cooperativismo cuántico1,

El panorama de inicios de siglo XXI ofrece un sin número de paradojas: gran avance tecnológico junto a millones de seres humanos viviendo en la miseria; sociedades que han alcanzado altos niveles de prosperidad con patologías sociales como la violencia o las adicciones; desempleo crónico, destrucción ambiental y entropía social en forma de pobreza, violencia y sufrimiento humano, etc. El calentamiento global es la manifestación más visible de la entropía creada por el predominio del materialismo en la cultura. La amenaza es inminente. ¿Será posible que la humanidad, habiendo alcanzado tan altos grados de conocimiento, pueda estar ante el peligro real de desaparecer, sólo porque el ser humano no ha logrado conocerse aún a sí mismo y actuar desde esa inteligencia? Luego de haber intentado con diversas ideologías y modelos económicos, e incluso contando con la mayor revolución tecnológica de todos los tiempos, sólo la ínfima minoría posee condiciones de vida favorables. La crisis actual es la consecuencia del materialismo “productivista” tanto de la izquierda como de la derecha.
El industrialismo trajo consigo al capitalismo. Como respuesta, la crítica marxista se basa en el cientificismo creado por la gran revolución científica del siglo XVII con Newton, Descartes, Leibniz, Bacon, Locke y muchos otros científicos y pensadores. A partir de aquí, las premisas de la transformación social propuesta partieron de la misma idea que llevó a varias generaciones de filósofos a creer que así como podía dominarse la naturaleza y ponerla al servicio del ser humano, también era posible controlar la sociedad y determinar la historia. Bajo esta convicción, se desplegó un conjunto de disciplinas con pretensiones científicas como la economía, la política, la sociología e incluso la historia. Hoy los hechos nos hacen ver que la naturaleza, ha dejado dominarse y da la impresión que aun la tecnología más elevada pierde la batalla frente a las consecuencias ambientales de nuestra brutal expoliación de los recursos naturales.
Frente a esto, descubrimientos más recientes de la ciencia, como la segunda ley de la termodinámica, la relatividad, la física cuántica y la mecánica ondulatoria, han empezado a mostrar que la realidad es distinta al mundo de partículas separadas, a la realidad fuertemente objetiva de la física clásica. Se mostró un mundo totalmente unificado donde todas las partes interactúan y como cada ser humano está conectado con todos y con todo.
La realidad es una especie de fluido cuántico totalmente unido; no hay partes separadas. Las contradicciones lucen complementarias, el principio de la no-localidad nos revela la existencia de ámbitos donde desaparecen las distancias que nos muestra aparentemente el mundo que vemos.
El fracaso del materialismo y el nuevo paradigma
Estos descubrimientos han posibilitado una cosmovisión diferente al materialismo y que plantea serios interrogantes a la llamada ciencia económica, a las ideologías políticas, la sociología y a las interpretaciones de la historia, cuyas bases se definieron a partir de la cosmovisión mecanicista, haciendo énfasis en el individualismo, la separación y la competencia.
La nueva ciencia cuántica, ecológica y relativista parte de otras premisas, y proyecta verdades sobre las cuales construir nuevas interpretaciones del fenómeno social. A partir de un mundo en el cual se puede convertir la no-materia en materia, el tiempo en espacio, la masa en energía y el pensamiento en moléculas, no es difícil comprender cómo aprendizaje, armonía social, belleza, valores, creencias y cultura pueden transformarse en bienestar material y, por supuesto, espiritual. Con estas nociones es posible pensar en un modelo social más armónico, basado en una libertad auténtica, como base del camino del Cooperativismo Cuántico, que no pretende ser un nuevo planteamiento o programa ideológico, aunque aspira a dar respuesta a muchas preguntas.
Los sistemas sociales y políticos más avanzados no son sólo el producto de revoluciones ni decretos, sino, principalmente, el resultado de la evolución de la mente y el espíritu. De igual forma, el cambio y la transformación no vendrán como consecuencia de programas ni doctrinas determinadas teleológicamente, sin que antes estos se habrán dado en la mente, o mejor dicho, en la conciencia colectiva. La forma de lograr el ascenso hacia un espacio social superior, regido por valores como Equidad, Empatía, Empoderamiento y Cooperación en libertad, habrá de venir mediante un cambio en las personas, dando paso así a un ser humano nuevo. La transformación social se conseguirá, gracias a un cambio de adentro hacia fuera; no necesariamente impuesto por leyes, decretos o revoluciones, pues las puertas del cambio sólo se abren por dentro, desde la transformación del individuo mismo. Ser Cooperativista, significa vivir y actuar de acuerdo con esos valores.
Hacia el post economicismo: La EcoSimía o mejor EcosiNuestra
La ideología que ha servido de base al sistema actual está herida de muerte. El fundamentalismo de mercado, las políticas neoliberales, pretenden universalizar la versión actual del sistema capitalista, siguiendo el Consenso de Washington, enmascarado detrás de la eliminación de la voluntad política del proceso económico, se pretende sustituir a las instituciones de la democracia, a los Estados nacionales y a los dirigentes políticos por otros no menos políticos, que buscan el poder a través de los mercados y ya no tras las decisiones soberanas de los pueblos.
El economicismo dominante presume de la racionalidad del hecho económico, la teoría de que los mercados tienden al equilibrio y la creencia de que dedicar la vida a generar ganancias es lo racional, lo natural. Pero estas premisas son falsas. La implantación de ideas materialistas nunca llegarán a producir el equilibrio en las personas ni en las naciones, pues la conducta de los seres humanos depende de una complejísima gama de factores subjetivos no predecibles ni sujetos al determinismo materialista. Las aspiraciones humanas trascienden los marcos económicos. Pretender someter los fenómenos económicos a una serie de ecuaciones simples, deja fuera una inmensa cantidad de variables que interactúan permanentemente en la danza infinita que va entrelazando la realidad. Lo económico es solamente una parte de la cultura y no puede hacer opaco vastas áreas del espíritu y de la actuación humana que no aparecen en los ámbitos definidos por las pretensiones economicistas.
El hecho de que Carlos Marx hubiera hablado abiertamente de su filosofía materialista no exime a sus opositores de derecha de haber hecho lo mismo, pues todo el paradigma de la modernidad está dominado por esta filosofía y ni siquiera, las pretensiones post-modernistas de algunas innovaciones económicas han logrado superar en la actualidad ese anclaje. La crisis del mundo, comenzando el siglo XXI, es el colapso del materialismo como filosofía básica.
La palabra progreso no significa lo mismo para un hindú, un indígena guatemalteco o un esquimal de Alaska, que para un alemán o un inglés. Los habitantes de los países occidentales de mayores ingresos no terminan de entender cómo es que no surge en otras culturas una motivación, semejante a la suya, de acumular riqueza y hacer de la vida un recorrido de mejora material. De esta sorpresa e incomprensión salieron de Europa numerosas teorías racistas y las justificaciones para el imperialismo. La esclavización de africanos y la matanza de indígenas en América, entre los grandes holocaustos de la historia, se explica como la imposición de una cosmovisión a estos pueblos, junto al propósito de apropiarse de sus riquezas y dar así cumplimiento a otro destino manifiesto de la cultura occidental: progresar, enriquecerse, dominar el medio natural, etc.
El progreso sólo puede ser fruto del crecimiento humano, visto como una experiencia mental y espiritual. A su vez la sensación de bienestar tanto material como psicológico es producto de haber puesto en marcha un proceso de cambio interior, de elevación espiritual. Todo lo demás, incluyendo el cambio tecnológico, ideológico, institucional y económico, no tendrá efectos perecederos en la historia si se llevan a cabo prescindiendo de la dimensión espiritual. Las verdaderas revoluciones se han gestado en el corazón y la mente de los pueblos antes que en las calles.
Cuando comprendamos que en realidad el protagonista debe ser el pueblo, uno mismo como individuo, no las superestructuras políticas, empezará a ponerse de pie y reemprender la marcha. La sensación de que el rumbo de un país o de la humanidad como un todo está determinado por la suma de las conciencias individuales, permite sentir un grado de responsabilidad y se constituye en una esperanza y una motivación mayor. Todos podemos contribuir a crear el nuevo espacio. Sólo hasta cuando se reconozcan las limitaciones de las ideologías y los modelos y nos demos cuenta de la capacidad de transformación existente en el corazón de cada ser humano, entonces nacerá la nueva política en el seno de una democracia más profunda y más radical, como base incuestionable de toda aspiración de transformación basada en la cooperación. Cuando nos demos cuenta de que nuestra individualidad está tejida en un continuo de vida, en donde cada uno constituye una fibra de esa red, en ese instante se pierde nuestra habilidad para actuar de manera dañina para los demás, para la naturaleza y para nosotros mismos. Entonces podremos ver, en un horizonte más amplio, la posibilidad de alcanzar un espacio socialmente superior. Sólo ahí podrá renacer la esperanza y recobrará sentido la lucha política.
El espacio implicado social
La noción del espacio implicado social, planteada a partir de la obra de David Bohm, permite ubicar una de las bases constitutivas de esta propuesta, la cual diverge de la mayor parte del trabajo de los políticos y sus partidos, centrado en trabajar en el espacio explicado de una realidad social formada por los sistemas políticos, los modelos económicos, las instituciones, las leyes y las ideologías en general. Pero la tesis básica del Cooperativismo Cuántico consiste en mostrar precisamente cómo los hechos, los fenómenos sociales y la historia son manifestaciones de un espacio implicado, el crisol donde los valores, las creencias, las ideas, las tradiciones y otros factores semejantes, se funden para manifestarse luego en los factores que marcan el rumbo histórico. De ahí nuestra insistencia en la necesidad de entender el cambio y la transformación de las sociedades humanas más como producto de la dinámicas y procesos dentro de este espacio que como resultado de las decisiones racionales dirigidas a incidir sobre los problemas. Con frecuencia ocurre que la pretensión de crear espacio, sin tomar en cuenta las raíces espirituales de una sociedad, termina creando más desorden.
La humanidad ha dado varios saltos cuánticos: la aparición del lenguaje, la invención de la escritura, la revolución científica de la era moderna en el mundo occidental, etc.; y ahora está a las puertas de otro cambio, basado en la trascendencia consciente de su propia mente. Al ser así las cosas, el propio espacio natural conduce a contemplar la realidad humana de una manera diferente al paradigma mecanicista, presente en casi todas las manifestaciones de la cultura occidental actual. El bienestar no puede ser decretado, solo puede ser constatado. Y así como el continuo espacio-tiempo se curva en presencia de grandes masas, conceptos como progreso, desarrollo y crecimiento, se doblegan ante la cultura de los pueblos. El avance duradero habrá de venir como efecto de la evolución de la conciencia, como saltos de paradigma que solo pueden gestarse en lo más profundo de la conciencia de los pueblos. Buscamos habitantes Equitativos, Empáticos, Empoderados, Colaboradores y libres.
Ningún sistema social avanzado puede imponerse si ha sido estructurado conforme a un modelo extraño a la mentalidad colectiva. Asimismo, transformar el Estado y esperar de tal acción un cambio en la sociedad, sólo será viable cuando las creencias, los valores, las actitudes, las destrezas y demás valores estén bien asentadas, pues cada sociedad reproduce su espacio implicado en los sistemas de organización social. Los hábitos y la convivencia, junto con el pensamiento decanta la realidad.
Los cambios en el espíritu, las ideas y las creencias de las personas, en otras palabras, en el espacio implicado social, deben anteceder a todo cambio en los sistemas. Por eso el principal campo de actuación es en la mentalidad colectiva. Solo una verdadera transformación en el aprendizaje, más centrada en el conocimiento mental, emocional y espiritual que en la ampliación de las normas, las leyes y la imposición, sentará las bases para conseguir un espacio social más avanzado. Este se logrará cuando el lema de sus precursores sea dar autonomía, usar Recursos Renovables y Saludables que no generen dependencias, la búsqueda del Bien Común. El resultado será duradero en la medida en que la Equidad derrote al egoísmo.
Una escala de valores bien cimentada en principios tan fundamentales como la vida, la libertad, la búsqueda de la felicidad a través de la Equidad, la Cooperación y la Empatía viene a ser algo así como la “Mano Invisible” del Cooperativismo Cuántico. Ahí está el campo de acción: la construcción de una nueva ética social.
Una de las claves del Cooperativismo Cuántico, que es contrario a las ideas convencionales, radica en la concepción de una colaboración de individuos libres que al ejercitar su libertad interpreten una danza colectiva y armoniosa, nacida de la expresión de la conciencia y no de mercados manipulados ni de la imposición estatal. El principio de complementariedad, uno de los pilares de la física cuántica, acude a nuestro auxilio y nos permite pensar que esta danza de individuos libres puede describirse con elementos supuestamente contradictorios, como sería hablar de individualidad, o individualismo colaborador. Lo que resulta una contradicción dentro del materialismo mecanicista, se convierte en una complementariedad en el paradigma cuántico. Como nos revela el hecho comprobado de que la luz se manifiesta tanto en forma de partículas (fotones), como ondas.
Dentro de un nivel mental más elevado, el estado natural se caracterizará por la armonía, la paz y la cooperación. Esta última es de la mayor importancia, pues solo a través de ella se puede disfrutar de la abundancia; sólo cuando se comparte por amor, desaparece el miedo a perder algo. Abundancia sin cooperación no puede producir felicidad. Una vez más, valores espirituales como el amor, la verdad, la equidad, pueden lograr la plenitud y la felicidad. Sólo puede considerarse próspera aquella sociedad que goce a la vez de abundancia material y disfrute espiritual.
El camino de la cooperación y el altruismo es el único capaz de deparar verdadera felicidad, más no el placer como señal inmediata de la felicidad. Por consiguiente, la verdadera vía para la felicidad es Empatía. La Empatía está en la base de la escala de valores del Cooperativismo Cuántico, y junto a la libertad y la paz constituye la base ética de un nuevo espacio social. Con amor, paz y libertad en el corazón de una sociedad, todo lo demás, incluyendo la organización de la democracia y un sistema económico justo y armonioso, vendrá como una consecuencia inexorable.
El camino al Cooperativismo Cuántico se construye con la acción de seres humanos totalmente orientados a colaborar con los demás. La Empatía, la Armonía, la Colaboración y la Libertad son la antesala inmediata de la felicidad auténtica.
El camino del Cooperativismo Cuántico parte del principio de la interrelación presente en todo cuanto existe, para mostrar luego cómo “mi” beneficio sólo puede darse en tanto coincida con el de los demás e implique el equilibrio ambiental. Todo está unido, todo está interconectado e interrelacionado. No es posible, por lo tanto, labrar bienestar individual en perjuicio de los demás ni a expensas de la naturaleza. La separación mecanicista que condujo al individualismo egoísta y a la pretensión de dominar la naturaleza se topa ahora con otra realidad. Los problemas de hoy son el resultado de forzar una organización social y una forma de producción abiertamente antagónicas de las leyes naturales.
El nuevo paradigma representa algo distinto, no simplemente algo más. Cada sociedad, de acuerdo al paradigma mental donde se encuentre podrá orientarse a través del camino del Cooperativismo Cuántico, que no es un programa único con actores privilegiados. Cada forma de distribución de poder se ajusta al paradigma mental correspondiente, y en todos los casos deberá pasar por una auténtica simbiosis entre el individuo y la sociedad. De igual manera, la forma política que tome dependerá de la cultura, el avance técnico, el aprendizaje, los valores y las tradiciones. Aun cuando existen valores universales, su expresión política no podrá ser impuesta por ninguna potencia como la única posible.
Democracia radical, Ecología Profunda y Transformación en el aprendizaje
El camino del Cooperativismo Cuántico lleva a combatir toda concentración de poder pública o privada. Distribuir el poder, político, económico, burocrático o informativo es la ruta más segura para alcanzar un espacio más justo. Ni el neoliberalismo ni el estatismo son capaces de llevar a cabo una efectiva distribución del poder, la única alternativa es una democracia participativa radical.
La democracia radical es la respuesta al desafío del capitalismo global. El poder conquistado ante la nobleza, las oligarquías y la iglesia a través de la democracia representativa como fruto de las grandes revoluciones desde el siglo XVIII, se ha vuelto a concentrar.
Ciertamente, hoy casi no hay monarcas y quedan pocos dictadores, pero las formas de concentración de poder se hallan mimetizadas.
La democracia radical constituye la faz de un nuevo concepto de Cooperativismo, sin burocratismo, e implica la diseminación del poder en los intersticios de la sociedad, inserto en el todo social, y no acaparado por sujetos ontológicamente predeterminados, ni nomenclaturas, ni jerarquías privadas. Esto describe el concepto de Estado holográfico u holístico, no centrado en lo institucional, sino el Estado visto como la sociedad organizada a través de comunidades, instituciones abiertas, redes sociales de todos los estratos, etc. Se trata de la evolución de la democracia representativa a la holocracia. Esta idea habrá de tener como efecto una sensación de libertad, de creatividad, como rasgos de individuos “empoderados” (empowered), habilitados por una suerte de trasformación personal, de un nivel más elevado de conciencia Más que una bandera ideológica, el Cooperativismo es una categoría ética. Por eso, lo más contrario al socialismo no es necesariamente el capitalismo en su expresión económica, sino la quiebra de los valores que han mantenido la unidad y la cohesión entre los seres humanos. De todas formas, el capitalismo es la expresión más próxima a esa declinación espiritual, que permite la destrucción del tejido social a través de la obtención de la energía de cada quien, en la forma de riqueza, poder, prestigio, libertad, tiempo y seguridad, previamente arrebatados a los demás.
La separación hecha por la cosmovisión materialista entre los seres humanos y el medio natural también ha conducido a procesos insostenibles de desarrollo. Debe surgir una nueva idea de Sustento, no basada exclusivamente en cuestiones materiales. Eso habrá de producir nuevas bases económicas. No puede haber superdesarrollo sin generación alta de entropía, como ocurre actualmente. Una idea de abundancia frugal, con la cual se busque la satisfacción de las necesidades de todos, sin provocar los desperdicios ni los derroches del actual capitalismo consumista, dará la posibilidad de alcanzar el bienestar general, sin afectar el equilibrio natural. La Ecología profunda deberá ser un concepto complementario a la máxima distribución de poder. Se podrá hablar de crecimiento humano por encima de crecimiento económico y la palabra riqueza perderá su exclusividad materialista para buscar los estratos espirituales donde se pueda lograr la felicidad.
Y ciertamente, hace falta un nuevo ser humano. Pero este no vendrá de imponer sistemas aunque se inspiren en valores elevados. Solo la transformación de la mentalidad, el imperio de una nueva escala de valores hará posible el salto hacia un espacio social superior. Por ello, una transformación del aprendizaje, que abarque todos los ámbitos del quehacer humano y no se confine únicamente en la escuela, se encuentra en la base de la construcción del camino hacia ese espacio.
Educar no puede ser solamente crear destrezas para el sistema productivo y tratar el cerebro humano como un disco duro en el que se inscriben más conocimientos. Sin menospreciar la importancia de los factores convencionales, es preciso comprender que el aprendizaje debe pretender fundamentalmente el desarrollo de seres libres y amorosos. Y esto pasa por el desarrollo de mayor capacidad mental, o mejor dicho, de trascender la propia mente para avanzar sobre el camino de la evolución de la conciencia. Aprender a encontrar la plenitud del ser, la autorrealización y a ser conciente del tirano que se ha ido encubando en nuestra propia mente a lo largo de la vida, para poder desprendernos de esa dominación y descubrirnos en nuestra esencia más pura. El camino del Cooperativismo cuántico, basado en la percepción de la unidad holística de todo cuanto existe, necesita nuevos ojos para ver los escenarios posibles y esto coloca la revolución educativa como acción vital para ir acrecentando el número de seres humanos capaces de impulsar el cambio.
La crisis política de hoy es esencialmente una crisis espiritual y ecológica, y no tendrá cura con los remedios que sólo atacan los síntomas. La nueva escala de valores actuará en lo más profundo de la conciencia, en el espacio implicado social, para generar las fuerzas capaces de iluminar otros horizontes. Ahí arrancan las condiciones básicas. Así se produce la argamasa con la cual se puede construir un espacio social más feliz. La Cooperación, la Colaboración, la Equidad, la Armonía y la Empatía son los principios básicos, las condiciones inexcusables en todas las realidades históricas o las premisas culturales para mover el carro de la historia hacia un espacio social más justo.
Quizás la ecuación con que más se identifica el aporte de Albert Einstein, -quien inspira la propuesta del Cooperativismo cuántico- es E=mc2, la cual tiene un valor simbólico o emblemático con respecto a la revolución científica que produjo. El Cooperativismo es un estado del espíritu humano; nunca podrá lograrse por la vía del materialismo; podrá florecer de cien maneras distintas, según sea la realidad cultural e histórica de cada sociedad, mas siempre habrá de ser el producto de una relación entre la democracia y Empoderamiento
1basado en el artículo de Rolando Araya Monge

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